Dos investigadores pertenecientes a la Duke University, publicaron en la edición de noviembre de 2019 del American Heart Journal una revisión acerca de las indicaciones y usos del cardiodesfibrilador implantable subcutáneo*.
Introducen los autores que según estadísticas recientes publicadas en 2018 por la American Heart Association, la enfermedad cardiovascular constituye más de 800,000 muertes anuales en los Estados Unidos. De estas muertes, aproximadamente el 50% se atribuyen a la muerte cardíaca súbita (SCD por sus siglas en inglés).
Se estima que el 50-70% de los eventos cardíacos repentinos están relacionados con taquiarritmias ventriculares.
Ha habido muchos avances a lo largo de los años para evitar la muerte súbita de origen cardíaco, más específicamente, la llegada del cardiodesfibrilador implantable transvenoso (TV-ICD por sus siglas en inglés), que llegó al mercado a principios de los años ochenta.
Varios ensayos controlados aleatorizados han demostrado un beneficio de supervivencia en poblaciones seleccionadas de pacientes que recibieron un TV-ICD.
Si bien hay datos sólidos que respaldan el uso de este dispositivo, también hay varios desafíos y desventajas. Específicamente, durante la implantación, existe el riesgo de neumotórax, hemotórax, perforación cardíaca con o sin taponamiento y daño a la válvula tricúspide.
Estas complicaciones pueden provocar morbilidad y mortalidad. Además, existen riesgos a largo plazo que incluyen el desplazamiento del electrodo y la infección del dispositivo que pueden provocar una infección sistémica.
El cardiodesfibrilador implantable subcutáneo (S-ICD) fue aprobado por la FDA en 2012 para su uso en los Estados Unidos para abordar algunas de las complicaciones del TV-ICD.
El S-ICD es un dispositivo completamente extratoráccico que se compone de un generador y un electrodo subcutáneo. El generador se implanta en el espacio subcutáneo en la línea axilar media izquierda, típicamente entre las costillas 5 y 6.
El cable subcutáneo corre paralelo a la izquierda del esternón, terminando cerca de la muesca esternal.
El sistema está compuesto por tres electrodos en total. Un electrodo está ubicado en el propio dispositivo / generador. Los otros dos están ubicados en el extremo terminal del cable subcutáneo y están separados por ocho centímetros.
Esta revisión describió el sistema S-ICD en sí e incluyó varios estudios de observación que han analizado múltiples aspectos del sistema, incluidas las poblaciones apropiadas a considerar para la implantación, la efectividad y las complicaciones.
Actualmente, el S-ICD generalmente se implanta en pacientes con infección previa del dispositivo o con un mayor riesgo de infección, pacientes más jóvenes con difícil acceso venoso relacionado con hemodiálisis o anatomía cardíaca difícil, pacientes con estilos de vida activos y aquellos que pueden sobrevivir. los cables de TV-ICD.
Existe una contraindicación absoluta para las implantaciones de S-ICD para pacientes que necesitan estimulación ya sea para taquicardia ventricular o bradicardia porque este dispositivo no puede realizar estas funciones.
Hasta la fecha, no hay datos de ensayos controlados aleatorizados (ECA) que evalúen la seguridad y la eficacia de este dispositivo relativamente nuevo.
Los estudios observacionales tanto del S-ICD solo como en comparación con el TV-ICD han mostrado resultados prometedores, incluida una disminución de las complicaciones relacionadas con el electrodo y la periferia, así como un alto nivel de efectividad para terminar las arritmias ventriculares.
Estos análisis a lo largo del tiempo pueden haber contribuido a la evolución y la comodidad con el sistema S-ICD, ya que los médicos con mayor frecuencia se refieren y / o implantan este dispositivo para pacientes con indicaciones apropiadas.
Además, las tasas de choque inapropiadas con el S-ICD han disminuido con el tiempo, especialmente con la programación de doble zona.
Esta revisión resumió los resultados de una multitud de estudios observacionales con respecto a la selección de pacientes para el S-ICD, las tasas de complicaciones, las tasas de shock apropiadas e inapropiadas, y la programación.
También abordó los ensayos aleatorizados actuales en curso. Aunque los resultados de estos últimos serán útiles, aún existe una necesidad continua de evaluar la eficacia del S-ICD en poblaciones de pacientes más amplias, incluidos pacientes con varias comorbilidades y pacientes mayores, de modo que se pueda considerar a más pacientes para este dispositivo que puede salvar vidas.
* Kamp NJ, Al-Khatib SM. The subcutaneous implantable cardioverter-defibrillator in review. Am Heart J. 2019 Nov;217:131-139. doi: 10.1016/j.ahj.2019.08.010. Epub 2019 Aug 17.