En su ya habitual columna de los días martes y viernes la NOTICIA DE LAHRS se ocupará hoy de comentar un Editorial publicado en Cardiology que bucea en los aspectos estructurales de la arritmia más prevalente, que los autores titularon El camino de la fibrosis auricular humana en el desarrollo de la fibrilación auricular* que podría tener, -según lo postulado por los editorialistas, importantes implicancias clínicas-.
Budzikowski y Veseli inician su breve pero jugoso texto señalando que las alfa actininas pertenecen al grupo diverso de proteínas citoesqueléticas, con un papel diverso en la función celular.
En los músculos esqueléticos, cardíacos y lisos, las isoformas de alfa actinina se localizan en el disco Z y cuerpos densos análogos, y anclan filamentos de actina en el disco.
Asimismo manifiestan que la mutación de la alfa-actinina-2 se ha asociado con anomalías estructurales del ventrículo y desencadenamiento tanto de arritmias ventriculares como auriculares.
El desarreglo de la estructura intracelular y el aumento de la representación de la fibra son un aspecto destacado de la fibrilación auricular (FA) que se cronifica y que permite su mantenimiento.
La vía TGF-β1 (vía de señalización del factor de crecimiento transformante beta (TGFB) / Smad (porque fosforila al receptor Smad) se ha visto implicada en el inicio de los efectos fibróticos, potencialmente a través de la activación de alfa-actinina-2.
En una edición reciente de Cardiology, Zhang et al. demostraron que los fibroblastos auriculares de rata tratados con TGF-β1 aumentan la expresión de alfa-actina-2 y la producción de colágeno.
Además, pudieron demostrar una correlación positiva entre los niveles de ARN y proteína de alfa-actinin-2 y TGF-β1 / Smad y la fracción de volumen de colágeno en muestras de aurícula derecha humana obtenidas de pacientes con FA.
Sin embargo y curiosamente, en los pacientes con cardiopatía reumática que permanecieron en ritmo sinusal, alfa-actinin-2 y colágeno ya habían aumentado, en comparación con los pacientes de control con cardiopatía congénita, lo que sugiere que la fibrosis tisular no solo contribuye al mantenimiento de la FA, sino que también puede ser un requisito previo para el desarrollo de la misma.
La presencia de fibrosis en los pacientes con valvulopatía mitral reumática no es sorprendente ya que la enfermedad se asocia con aumentos graves de presión auricular y dilatación.
Sin embargo, lo interesante es si los pacientes sin cardiopatía reumática presentan fibrosis antes del desarrollo de FA.
La evidencia más reciente parece sugerir que los pacientes con regurgitación mitral pueden exhibir un patrón similar.
¿La alfa-actinina-2 es solo una parte del rompecabezas? Lo más probable es que pueda haber proteínas de señalización adicionales tanto aguas arriba como paralelas a la ruta de TGF-β1 / Smad involucradas en este complejo proceso de remodelación y fibrosis.
Una imagen más completa de todos los componentes de señalización implicados en estas vías puede eventualmente ayudar a identificar pasos de señalización críticos específicos susceptibles de intervención terapéutica para detener la fibrosis.
Esto debería reavivar el interés en estudiar el papel del inicio temprano de la terapia antifibótica en al menos algunos subconjuntos de pacientes en riesgo de desarrollar FA.
* Budzikowski AS, Veseli G. The Human Atrial Fibrosis Pathway in the Development of Atrial Fibrillation. Cardiology. 2017;136(2):77-78. doi: 10.1159/000448874. Epub 2016 Aug 26.